Ana y César habían encontrado un piso muy barato en el centro de Palma, pero al no ser conocedores del tema me solicitaron opinión sobre las posibilidades que tenía y si valía la pena comprarlo.
Cuando lo visitamos vimos que tenía un diseño absolutamente caótico, pero como dijo Elsie de Wolfe (la primera mujer interiorista) no existe una casa tan mala que no pueda convertirse en algo que merezca la pena, por lo que nos pusimos manos a la obra para conseguir convertirla en un hogar cómodo y funcional.
El reto fue inmenso porque la distribución era muy poco lógica: una cocina diminuta pegada al único baño de la casa al que se entraba por el dormitorio principal. El resto de las estancias estaban mal diseñadas.
Nuestra propuesta fue invertir los espacios existentes, colocando la cocina, comedor y sala de estar en la zona más tranquila y aprovechamos los techos altos existentes para ganar sensación de amplitud y mucha luz. De esta forma conseguimos una distribución de la vivienda muy funcional.
El toque de diseño fue recuperar los materiales ocultos existentes, paredes de marés mallorquín, techos inclinados de vigas vistas de hormigón, dándole un toque industrial sin olvidar la calidez que debe tener un hogar, por lo que los materiales que usamos fueron madera para el suelo y mobiliario en tonos claros a fin de generar un conjunto armónico.
- Palma